martes, 24 de marzo de 2020

Ella, Alejandra



      Se había pensado durante toda la tarde, hacía ya días que no salía del departamento. La última vez había sido de esa manera también. No sabía cómo se iba quedando. Primero se quedaba en la cama un rato más. Hago fiaca un rato –pensaba-, y al otro día o al siguiente se quedaba hasta el mediodía entre las sábanas. Por hoy, qué tiene de malo dormir de vez en cuando hasta las doce, hasta la una, hasta las dos –pensaba.
   Así, suavemente, sin conflicto interior,  sin preguntas, sin que se diera cuenta cómo, iba entrando en ese quedarse dentro del departamento, en ese resbalarse dentro de su mente. Así que aquella noche,
esa noche, la anterior  a aquel día 
no durmió
aunque tal vez soñó.
A eso de las dos
se advirtió despierta, y
como se advirtió se quedó;
tiesa
hasta las tres, después 
se pensó toda la tarde
no se caminó
no se lloró
ni se despedazó
sólo se pensó
a sí misma
con ese otro rostro
de otro, toda la tarde.
  
   No había desayunado, ni almorzado; no se había lavado, ni peinado. Un olor viejo que no estaba segura de si le repugnaba o le producía placer le brotaba entre los labios. Apoyó la mano sobre su cara cubriéndose la boca, también la nariz;  expulsó el aliento y lo aspiró. Huelo a muerte -pensó. Se lavó los dientes sin mirarse al espejo y repitió la operación. Huelo a muerte con sabor a Colgate -pensó. 
A eso de las siete
se durmió
sobre el sillón
encogidas las piernas
apretados los brazos
y la boca abierta
a una mosca suicida.

No cenó. Bebió.
Después lloró con la cara
entre las manos
los pies descalzos
sobre la alfombra
hasta que las luces
de la calle
se encendieron sobre sus ojos.

Se asomó al balcón
al aire quieto
a los árboles.
Vio manchas
con espadas
miró hacia abajo
se aferró a la baranda
luchando
contra alguna necesidad
que se desmoronaba.

Pensó: dieciocho de enero,
muerte de papá.
Podría llorar
mucho. También gritar
un poco y para adentro
como navajazos.
Pero no es enero.

Se trepó a la maceta
y soltó la baranda,
hizo equilibrio
puso sonrisa.
Jugaba. Recordaba: 
bajate de ahí
sí mamá
  
   El teléfono sonó. Hacía días que sonaba, tal vez es ella, otra vez ella, no la voy a atender, pensó, no la voy a dejar entrometerse, siempre me convence, pero yo no quiero que me convenza más. No te voy a atender -gritó. El teléfono volvió  sonar, 
lo escuchó
dos tres cuatro,
contó.  Si suena
otra vez...pensó
...
El miedo era fuerte
sin duda.
Cinco. Corrió
hola
...
hola
tup tup tup
tuuuuuuup

Tiene que curarse
o ser reparada
como sea
pero pronto
antes de que amanezca
o de que vuelva a llover.

Mediocres. Mediocres
piensa
quisiera ser ellos
entrar en ese mundo
de ellos
salida de mis vísceras
de mis venas
de esta segunda luz.

Arroja palabras
quema palabras
llora palabras
destila palabras
se disecciona
cruje palabras
mastica palabras
rompe palabras
habita palabras
que la habitan.

Bicho, lee,
Julio me quiere, piensa
o me teme
me sabe
enamorada del dolor
no entiende
que la muerte me vive
a todos nos vive.
No atiendo el teléfono
y me llama por cartas.

Estoy podrida
es cuestión de tiempo
para que se note
soy vieja ya
soy fea siempre
adolescente;  una llaga
desdoblada.

Octavio dice
construcción poética
después lo escribe
y es una orden.
Yo le digo
es un rasguño
no he penetrado más
más que mi piel
no veo mis entrañas
solo mi piel
que insiste en contener
esas versiones
que insisten es ser yo.

S. no me ama ya
ni mi aliento
ni mi sexo
que sangra junto
al suyo que sangra.

Si pudiera no morir
moriría de todas
formas.

No existiendo el silencio
No existiendo el silencio
No existiendo, sabe
es de oro
y de flores
en los sombreros
y en los cuerpos
desnudos
mujer-mujer
mujer-hombre
Amor
mujer-silencio-mujer
mujer-silencio-hombre
niña-amor
salto
muriente.

Sabe, y escribe
en el espejo
“será pequeño el suicidio
pequeño y silencioso”.

Se ha embriago
sin alcohol
y roza la sombra
de su sombra
adolescente afilada
contra las piedras
contra las palabras-piedra
las piedras-ciudad
las piedras-locura
las piedras-silencio
y esas otras piedras
sus manos
-yo no puedo más,
alma mía, pequeña inexistente,
decidíte;
te las picás o te quedás”

La luz se avecina
inocente. Cede.
Ella, Alejandra
no cederá.
Bebe, es agua
sólo agua y
...
no la nombra
la ingiere y no la nombra
piensa que su muerte tendrá
finalmente un nombre
pero no lo nombra
lo ingiere y no
lo nombra. La
luz cede. Ella, Alejandra
no cederá. Bebe, agua.
“yo, por mi parte, no puedo más”

   Tiene tiempo, mucho tiempo, lo sabe, ella lo sabe bien porque lo ha intentado antes,  así que toma el prospecto que acompaña al medicamento, que está al fondo de la caja, aplastado y  arrugado y lee: en caso de sobredosis
no hay dolor
eso le gusta
es cobarde así que
eso le gusta
ya lo ha intentado antes
pero siempre despertó
antes, es primavera
en Buenos Aires, otoño
en París, París, París, piensa
tal vez despierte en París
siempre y cuando
no despierte, no me encuentren
no me  laven por dentro
me suelten
me dejen salir
de mi cuerpo
y esta ciudad
y este error sin
poesía

las palabras no
me alcanzan, duelen
más que el tiempo
muerden venas
no
saben, ellas tampoco
no
sobreviven, ellas tampoco
no
barajan, ellas tampoco.


Suena el teléfono
uno, dos, tres,
cuenta
cuatro, si suena otra vez
...
lee:
dificultad, lee:
para respirar
...
 “Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan”
...
lee:
latido rápido
del corazón.
Piensa
lecho. ¿He de acostarme?
¿Desnuda o vestida?
quien me encuentre
verá una roca
verá la locura
entonces
¿vestida o desnuda?
herida
fría
sin temor a enloquecer
a ser pobre
a ser bella
a ser mujer
a la fuga.
“La muerte siempre al lado.
Escucho su decir.
Sólo me oigo”
...
Se entra en coma, lee, y
muerte es
lo último que lee.
Alejadra,
Alejandrísima
la llamaba Cortázar.

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